lunes, 30 de septiembre de 2013

Vestigios de 1984 en 2013

Quien me haya leído ya sabrá que soy muy de ponerme a hablar de un libro, peli, videojuego, etc., antes de habérmelo acabado, es una cosa que no puedo evitar, si el asunto me emociona, no me hace falta esperar al final para ponerme a hablar / despotricar sobre ello. Esto es así con todo, excepto con Stephen King, cuyos finales pueden dar un giro de 180º a mi opinión, casi siempre para mal.
Además, me encontré el otro día con un artículo que comparaba nuestra situación actual con los dos clásicos de ciencia-ficción con futuro distópico más populares, esto es, Un Mundo Feliz de Aldous Huxley (1932) y 1984 de George Orwell (1949), decantándose más bien por el primero. Existe un tercero en discordia clásico y popular donde los haya, Fahrenheit 451 de Ray Bradbury (1953) que no me he leído y por ello pasaré por alto, aunque por lo que sé está muy centrado en el veto a la cultura para las clases populares.

Me hizo gracia porque en la tira gráfica parecía que había una disputa entre los vaticinios de Orwell y Huxley, cuando en realidad son  han sido perfectamente aplicables ambos. Y si bien en el mundo moderno podemos haber visto muestras de las dos escuelas alternándose según etapas y ciclos económicos, también hemos visto prácticas de ambos aplicadas en el mismo momento por distintos actores.

Lo que quiero hacer es repasar cada uno de esos puntos para el caso español, porque no estoy muy de acuerdo en la posible victoria de Huxley.

  1. En el caso de la cultura, es obvio que ambos han tenido su parte de razón en nuestras tierras. Aquí hubo un peso muy importante de la visión de Huxley en la época de las vacas gordas (90's-2007), cuando todos los paletos inquietos que saltaron de la escuela demasiado pronto demostraron al mundo que habían conquistado el mundo de las comodidades y el glamour ovino tomando un atajo. Sin saber apenas escribir, habían hecho un dinero con su trabajo en la construcción, sacaron una pasta vendiendo su piso o lo que es peor, se ganaron la confianza del banco y perdieron el miedo a endeudarse para entregarse de lleno al hedonismo idiota, ese que se paga a plazos. Obviamente, ningún gobierno opresor les impedía acceder a la cultura, pero no había necesidad, sobre todo cuando la basura que llegaba gratis por la tele era más atractiva. Eso no ha cambiado, quiero decir, a esa gente la hemos perdido para siempre hasta que no se prohíba la telemierda.

    Por otro lado, los libros más comprometedores para las clases poderosas se encuentran en una situación que da la razón a Orwell y, si bien la censura de un libro se sigue viendo como algo bárbaro, las muestras de censura fachorra en este país van creciendo a la carrera, bien sea a base de hostias o a base de querellas.
  2. En el caso de la información, lo que vemos es un mix de ambas teorías. Por un lado, Orwell dio en el clavo con la prensa, que podemos encontrar atacando a un partido o a otro, pero siempre defendiendo el sistema. Sabemos cuándo el sistema se ha visto en peligro cuando la amenaza no aparece en la prensa, o se cuenta quitando todo el hierro posible, o directamente se miente sobre ello, manipulando incluso fotografías, como hemos visto muchas veces en el tema de las manifestaciones. Para acceder a la verdad, internet ha demostrado ser un medio cojonudo, lleno de voces gritonas y discordantes como la que da texto a este blog ;). Al mismo tiempo, vemos casos de manipulación de la historia, lo que es todavía más terrorífico, como todo lo que ocurre con el asunto de la memoria histórica. Por no hablar de citas falsas atribuidas a personalidades incuestionables ("Los fascistas del futuro..." W. Churchill). Orwell, una vez más.

    Y aquí es donde el sistema perverso aplica las herramientas relatadas en Un Mundo Feliz, llenando al enemigo, internet, de mucha mierda; vídeos gilipollas con los que pasar las horas, redes sociales donde se da rienda suelta a todas las faltas de ortografía imaginables, comunidades de usuarios discutiendo sobre un programa de telemierda, blogs que nos ponen al día de novedades en productos de consumo, conspiranoia, falsas rebeliones electrónicas que no van a ninguna parte... mucha paja de la que ni el que suscribe se ve libre del todo. Un buen trabajo de bombardeo y dispersión, sin duda.
  3. Huxley temía que la verdad que nos afecta fuera amortiguada con un montón de espectáculos idiotizantes que nos tuvieran distraídos. Esto no lo inventó él, sino más bien los romanos y sus circos. Ejemplos hay para aburrir, y la religión no es el peor de ellos: deportes, toros, realitys, memeces...

    Sin embargo, la verdad amarga se tiene que contar de algún modo para crear una falsa sensación de información en el aborregado. Aquí entran otros conceptos de Orwell, como la neolengua con que tergiversan los conceptos: "marca España", "préstamo en condiciones ventajosas" o "mayoría silenciosa" son un montón de invenciones de mierda que reproducen sin mover una coma todos los integrantes del gobierno, hasta conseguir insertarlas en el léxico cotidiano de la sociedad y en el cerebro de sus hordas. En los discursos del PP vemos un sentido homenaje a Orwell cuando mienten reiteradamente hasta conseguir que la mentira sea cierta, sin molestarse en demostrar nada.
    El caso del PP es ciertamente asombroso por mezquino, pues sus integrantes ni siquiera parecen tener que tirar mano del doblepensar orwelliano. Aquí el hombre puede que pecara de ingenuo, ¿o tal vez no?
  4. En 1984, el Ingsoc realiza campañas periódicas de imagen del partido (y campañas periódicas para hacer odiar al "enemigo"). En ellas, se miente descaradamente acerca de los logros sociales que ha conseguido el régimen para sus ciudadanos. La producción de ropa, alimentos, etc. siempre aumenta o se duplica supuestamente de un año para otro, lo cual llena de júbilo al ganado, aunque lo cierto es que viven en condiciones precarias, condiciones necesarias para conseguir la dependencia total al suministro estatal.
    No sé vosotros, pero yo veo un paralelismo claro con la información que recibimos sobre la economía del país (salimos de la recesión, baja la prima de riesgo, sube la bolsa) y la paupérrima situación personal del 90% de la población.

    En Un Mundo Feliz, la cosa está repartida; existen clases en función de las cuales se tienen carencias o privilegios, pero todo el mundo está acondicionado desde la infancia para aceptar su destino, y todos sin excepción tienen acceso al soma, la droga sin efectos secundarios que mantiene a todo el mundo ajeno a la realidad, luego todo el mundo es "feliz".

    Aquí Huxley creo que patinó de lleno, pues a ningún político parece importarle una mierda la felicidad de su pueblo. Les hemos demostrado que no dependen de nuestro estado de ánimo. Lo único importante (o al menos eso espero) es conseguir un voto zombi en un momento dado.
  5. Orwell apostó por el terror y la guerra como medio para tener sometido al ciudadano, haciendo creer a éste que su seguridad dependía del gobierno, cuando era el mismo gobierno quien atentaba contra ella. Huxley, en cambio, creyó que el hedonismo, el abandono y la sensación artificial de felicidad serían la perdición del progreso humano. No puedo estar más de acuerdo con el primero. Una vez más, con Orwell, que anticipó unas cinco décadas lo que después Naomi Klein llamaría La Doctrina del Shock, encontramos referencias claras del funcionamiento del sistema actual. Tal vez no se reduzca todo a la amenaza bélica, pero sí es cierto, y sobre todo ahora con la crisis, que vivimos cada vez con más amenazas, reales o no, y que los poderosos se sirven de ellas para consolidar y aumentar su poder y riqueza.
    El escenario que plantea Aldous lo veo muy plausible, pero no tan traumático como el anterior, y menos cercano a nuestra realidad.




En fin, que ambos tienen razón a su modo, uno en una época, otro en otra, uno retratando a un estamento del sistema, otro a otro, etc. Mi pequeñísimo tirón de orejas para ambos va por no haber visto venir el poder del sector privado, de las corporaciones y las entidades financieras, de las que hablan bien poco tirando a nada. Porque introduciendo este actor en el juego sistémico, casi casi podría afirmar que el sector público juega a ser el Gran Hermano, mientras que el sector privado busca crear Un Mundo Feliz. Visto lo mucho que anticiparon de un futuro que es nuestro presente, lo que hay que decir bien fuerte a unos cuantos malnacidos es que estos libros no se concibieron para dar instrucciones a nadie.

Fuente: www.my-wall-decal.com

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