El otro día venía un payaso, llamando puerta por puerta con una carpetita en la mano, un tío súper simpático y trendy. Iba diciendo a todo el mundo que "venía a hablar con los vecinos que tenían contratado teléfono e internet para ver si les correspondía un descuento en su factura". Manda huevos, pedazo de gilipollas. Si algo no soporto de un comercial es que me intente engañar, y menos con una mierda de ese calibre tan poco trabajada. Lógicamente, ni le abrí la puerta. Y fue una lástima, porque estoy seguro de que era un comercial de Jazztel que venía a ofrecer una suculenta oferta con la que mandar al cuerno a los engreídos de ONO, que se pasan por el forro mis problemas con la red Wi-Fi porque no les compré a ellos su vonoso router a un precio de pesadilla. En fin, otra vez será, porque al primero que se me arrime a la pierna con la verdad por delante, le contrato lo que lleve, router gratis y asistencia mediante. Eso si no encuentro tiempo y soy yo quien lo busca.
De todos modos, hoy no quería cagarme en los comerciales, sino en sus mierdas de jefes, verdaderos artífices de su triste vida y modo de proceder, de esas maneras que intentan inculcar ahora a la banca (sólo que con productos más peligrosos, dada nuestra siniestra relación con el dinero). Y es que resulta que esos miserables tiranos sacan provecho hasta de la crisis.
En épocas de necesidad, las empresas de marketing de vocación mercenaria y orientadas a la sodomía telefónica, no tienen otra cosa que hacer que convocar entrevistas de trabajo masivas para jóvenes chicas y chicos prometiendo un puesto de trabajo como teleoperador/a que no es sino puro humo.
Y qué gargajo se consigue con esto?, diréis. Pues muy sencillo; se tiene al inocente aspirante a currar bajo látigo (a prueba) durante 4 ó 5 días, totalmente por la enoorme cara que se gastan estos bastardos. En ese tiempo, se exigen ventas imposibles de productos mediocres, a una reducida lista de potenciales clientes que habrá que ampliar a base de pedir a éstos mismos que faciliten teléfonos de conocidos o familiares. Como se vende poco o nada, y la gente no está dispuesta a dar el teléfono ni de los bomberos, se sugiere al aspirante que pruebe con familiares o conocidos propios, porque si no venden suficiente, no se quedarán con el puesto. Ya os podéis imaginar de qué va esto, no?
En efecto, bajo la esperanza de firmar un contrato del que ni siquiera ha de existir ni la plantilla de Word, el aspirante se dedica a ampliar la base de datos de estas aves de carroña con familia y amigos y, si se da el caso e interesa, propiciar alguna venta que llega como caída del cielo. Por supuesto, mucho menos de lo exigido y aceptable para merecer el puesto, y mucho menos de lo que el encargadillo de turno asegura haber hechos en sus tiempos mozos...
Desde aquí hago un llamamiento para identificar estas putadas caracterizadas por:
- Entrevistadores muy trendys y modernos.
- Que hacen hincapié en cosas como ilusión, superación e implicación.
- Exigencias de trabajo como autónomo aunque sea para una empresa.
- Sin salario fijo, sólo a comisión.
- En puestos donde se observa que los compañeros de trabajo cambian a una velocidad alarmante.
Y molestar todo lo que se pueda (al fin y al cabo, si uno está en el paro, algo de tiempo libre tiene) yendo a la entrevista, que hay que tomarse como un mero entrenamiento para otras posteriores, acudiendo a todos los eventos, incluso yendo a trabajar pero, por supuesto, sin aportar nada propio, y largándose cuando uno se canse mentando familiares y difuntos de los presentes. Entre todos podemos cepillarnos a estos listillos para que se busquen una ocupación de verdad y menos dañina.
Ver también: Muerte al simpático
2 comentarios:
Y yo que he trabajado con gente asin...
Y creo que con un final algo turbio, si mal no recuerdo...
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