martes, 27 de octubre de 2009

Corbatofobia

Esto viene como consecuencia de un comentario que me hizo una compañera la semana pasada, cuando dos tipos trajeados entraron a la oficina muy serios y se metieron en el despacho del director. Se me acercó y me dijo: "¿tú sabes quiénes son esos?... qué miedo, ¿no?". El caso es que andaba de curro hasta los codos y apenas me había dado cuenta. Pero me llamó la atención particularmente el respeto que infunde un vonoso traje y una ridícula corbata de los cojones.
Yo, que veo de esto día sí y día tambien, puedo garantizar que estos señores de traje y corbata son tan pelapollas o más que los que visten normal. De verdad, hostia, ya basta de tanto respeto a estos subnormales. De hecho, si algún día, por lo que fuera, dejara de currar en la banca, creo que de cruzarme con un engreído zoquete de esos que conozco lo freiría a collejas por la calle, o lo sepultaría a huevazos. Menudos gilipollas.
Normalmente, los tenemos moderados, que se visten como unos vendebiblias por obligación (caso de algunos bancarios que incluso, como yo, ni llevamos traje ni corbata) y los tenemos catetos que se visten así porque se molan más, por esas cortas miras de valores que tienen su tope en la sección de caballeros. Estos son los que se merecen la primera meada de la mañana en toda la cara.
Maleducados soplapollas que no tienen una pizca de idea de nada y se creen con el derecho y el deber de "comerse el mundo". Y lo curioso es que lo único que suelen comerse es el miembro de aquél ante quien responden, que siempre lo hay. Pero, entre comida y comida, los que se encuentran en el camino sufren su palurdismo.
Como un gilipollas que pidió a mi compañera una transacción de un modo que no se hacía desde que los bancarios usaban manguitos (para ahorrarse un miserable coste de 2 €, ya sabéis cómo hace dinero quien lo hace) y acabó dándole plantón y yéndose muy disgustado, sin mediar palabra, porque tardaba demasiado en averiguar cómo demonios se hacía eso con nuestro sistema.
O el lerdo que te ve hablando por teléfono y es tan guay que se sienta frente a tí enterándose de toda tu conversación con un cliente.
O el tarugo que se cree menos importante si no se queja de algo cada vez que hablas con él.
Y, en general, los capullines caducos de más de medio siglo que entran muy serios con unos aires de ofendidos eternos y te preguntan con mucha urgencia por el señor director, por favor. Joder, hágannos (a estos se les habla de ud. siempre) el favor de meterse su seriedad y su corbata por el culo, y denles vueltas, a ver si alivian su irritación de cólon y se les alegra la cara.
Lo peor es que de éstos, alguno de vez en cuando hay que te puede tocar los cojones de verdad, pero es muy difícil distinguir entre toda la paja trajeada, y te toca ser correcto.

Pero de verdad, que lo que pasa en este país con el tema de los trajes y los señores es un alucine. Y si no que se lo digan a los inútiles de El Aprendiz. ¿O es que a nadie se le ha ocurrido que estos payasos todavía harían más el ridículo si no fuera por sus bonitos trajes y, algo que nunca debemos olvidar, el señor cámara que los acompaña a todas partes? ¿Y por qué hacen eso de toquitearse los botones de la americana todo el tiempo? Pero bueno, lo de éstos bien puede dar para otro post exclusivo.

Pues eso, que necesitamos una educación para el vasallado que nos enseñe a tantear primero y respetar después. Con ilustraciones gráficas de ejecutivos en actitudes escatológicamente humanas, que nos recuerden la materia orgánica que envuelven esos trajecillos grimosos. Como, por ejemplo, cagando sobre una taza rodeada de papel higiénico, o esclafado al pie de un rascacielos con las piernas torcidas y el vientre desparramado por la acera. Sería un curso de serie Z, para adultos, que conste. Quizá algo así impactante ayudara al plebeyo a obviar el traje y la corbata de esta gente, y le ayudara a comportarse con dignidad frente a ellos. A la DGT creo que le funcionó algo parecido, en lo suyo.
En fin, que menos mal que tengo blog para contar estas cosillas. Eh, de verdad, os lo digo yo, que los conozoco. Que hay mucho tontolnabo con corbata.

2 comentarios:

Doctor Zayus dijo...

Molaría que en las manifestaciones anti-globalización (las guays, las de romper cosas, si es que todavía hay de eso) la gente fuese vestida de traje y corbata. Y que los anti-disturbios los tratasen de usted.

Bancario Sectario dijo...

Pues no es mala idea, no te digo que los antidistirbuios no acabaran pegándose a sí mismos, al menos si ocurre en este país.