domingo, 10 de mayo de 2009

Clientes: festival del humor viejuno

Éste es un handicap del trabajo con trato al público especialmente molesto cuando uno tiene un sentido del humor peculiar o ha nacido en una generación posterior a los 60. Se trata de los clientes chisposos, los que sueltan gracietas. Y lo jodido es que cuanto menos talento atesoran los gañanes, más insisten en ponernos a prueba.
El chascarrillo rancio del cliente carrocilla puede buscar dos reacciones en el empleado: la sonrisa, o la risa abierta o, lo que es peor, la batalla de gracietas. Esto último es muy valenciano, y es particularmente difícil de llevar bien. Algunos ejemplos:

-"Buenos días a todos menos a uno".
Esta brillante entrada puede derivar en una batalla de gracietas si realmente existe un aludido, el cual debe contestar inmediatamente con alguna mierda sin gracia que le devuelva su honor. Normalmente, el gañán nunca dice a quién se refiere, si es que lo dice por alguien, en cuyo caso, una sonrisita o un chascarrillo rancio lo dejan satisfecho. Nunca, jamás, se debe preguntar a quién se refiere, pues se rompe toda la magia.

-"¿Cómo estás?"
-"No tan bien como tú"

Esto prentede provocar una batalla de gracietas y topicazos para ver quién está peor. Por el contrario, se puede atajar dándole la razón a este respecto, pero es posible que no quede sastisfecho con la conversación. La respuesta adecauda es una respuesta - rebote del tipo: "tú sí que estás bién, mamón, que te quejas de vicio, que se te salen los billetes por... etc". Siempre cuidando de no excedernos: "con esa panza que te gastas me cuesta creerte " o usar la lógica: "Pues para estar tan mal vienes con muchas ganas de hacer el tonto". La lógica siempre tiene un efecto indeseado y rompe la atmósfera.

-"Bon día si no plou."
Con ello el viejuno pretende activar la guardia y el buen humor del empleado. Normalmente, bastará con un "ahí, ahí" aunque, si nos lo proponemos, puede dar lugar a auténticos festivales del humor o, por el contrario, interesantísimas conversaciones sobre meteorología de alto nivel.

Los arcos detectores de metales, a la entrada del banco, son inquietud constante y fuente de inspiración para los genios de la comedia:

-"La pistola la he dejado en casa, hombre!"- o, por el contrario:
- "Y si dejo la pistola fuera, cómo voy a atracaros?"

En ocasiones, consideran que su acudido es lo suficientemente tronchante como para repetirlo una o dos veces más. Conviene en estos casos cortar la estúpida situación con una risa audible, que corresponda a sus expectativas. En cuanto a la respuesta adecuada... a mí todavía no se me ha ocurrido, al menos no sin quedar como otro gilipollas.

Otro tema estrella es la mujer, o parienta (que queda muchísimo más gracioso.) Las ocurrencias aquí siguen dos vías: la de calzonazos risible o la del calzonazos cabreado:

- "Cómo se ha pasado este mes. Le voy a meter la tarjeta a mi mujer por el ojete, a ver si le hace tanta gracia."
- "No te atreves, Pascual."
- "Que no? de eso y de más. Un día de estos, pam, y la envío a la luna, etc..."
- "Pero si está la primera en todas las cuentas!"
- "Ves como es una bastarda?"
Y así hasta que uno quiera. Una vez más, no cabe la opción del silencio. Cuando el caduco cliente entra en modo misógino, sólo acepta complicidad y falidaridad (con o sin batalla de gracietas).
Algo parecido ocurre cuando el carrocilla se pone cachondero con otra clienta, o con una compañera. Se lo tiene que decir al empleado, es una cosa que no puede guardarse dentro.
Me explique alguien algún día qué gracia tiene mostrarse cachondo a otro tío que apenas conoce hablando de las carnes de una presente. Qué extraña satisfacción obtienen? A qué jugaba con sus amigos la generación que no conoció el Spectrum?

Por último, las cuchufletas que surgen expontáneamente cuando sacamos, por lo que sea, billetes de 500 €. Esto produce un nerviosismo palpable en el cliente antiguo chisposo. Aquí, la excitación y la inquietud que genera esta visión, provocan comentarios más viscerales, con menos inventiva:

-"No te sobra uno de esos?"

Aunque los auténticos linces de la hilaridad saben guardar el tipo en cualquier circunstancia:

-"Jostiá! un Bin Laden! A que no sabes por qué les llamo Bin Laden...?"

Lo cual me lleva a concluir para cualquier posible cliente que pueda leer esto: si vas a hacer una gracia en el banco que ya habías oído antes a otro, piensa antes de abrir la boca, que el empleado que está ahí ya la ha oído unas 30 veces. Por contra, si te la inventas al momento, la habrá oído ya unas 25. Es un consejazo de Bancario Sectario!

6 comentarios:

Lucy dijo...

Aish, qué clase de cosas aberrantes tienes que aguantar... :*

Bancario Sectario dijo...

Y lo que me he dejado!

Anónimo dijo...

Es el trabajo de antropología que estaban esperando en las universidades. Por cierto, ¿qué siginifica "falidaridad" ?

Bancario Sectario dijo...

Casos hay para llenar un proyecto de fin de carrera bastante voluminoso. Falidaridad es solidaridad fálica, pero pasándome las reglas de construcción de palabras y las raíces clásicas por el arco :).

El abogado del diablo dijo...

Por el arco de metales, supongo ;)

Jo, ya he hecho una gracieta viejuna...

Bancario Sectario dijo...

Pues no pienso seguir la batalla de gracietas... XD