Se cierne sobre nosotros un peligro que apenas se ha tratado tangencialmente en los medios y fue tratado tras la revolución industrial, y es el del desempleo tecnológico, que creo que en los próximos años puede cobrar un protagonismo importante, al menos en nuestro país. Según nos dice la Wikipedia, el desempleo tecnológico es aquel que "se origina cuando hay cambios en los procesos productivos que hacen que las habilidades de los trabajadores no sean útiles".
Si bien el mismo miedo que surgió al respecto en la revolución industrial demostró ser infundado, considero que lo que enfrentamos, sobre todo repito, en nuestro país, es algo bastante más potente.
La verdad es que, desde un trabajo como el mío, pienso en la cantidad de clientes que pierdes de vista porque saben utilizar la web de la entidad, y el tiempo que queda para que generaciones tecnológicamente incapaces desaparezcan y generaciones tecnológicamente potenciales aprendan, y me da un regomello y un replanteamiento vital que no me inspira ninguna confianza.
No me inspira ninguna confianza porque veo que el mercado laboral y el sistema económico y social avanzan por separado, como ignorándose. Bueno, en realidad lo que ocurre es que el mercado laboral está evolucionando, mientras que el sistema no sólo no lo hace, sino que está tratando de retroceder. La amenaza no me la he inventado ahora mismo para escribir sobre algo. Mejorando los servicios y la web de la banca, el trabajo de los bancarios puede ser completamente prescindible, más allá de dedicarnos al análisis de operaciones de crédito con la suficiente complejidad como para no poder ser resueltos por un software implacable. Pero hablaríamos ya de unos pocos puestos marginales, concentrados en algún edificio de servicios centrales, así como algunos cubículos de atención telefónica, a salvo de rostros ceñudos y miradas furibundas. Es un win-win para la banca que sólo podría evitar la presión popular, aunque ya sabemos que en sistemas oligárquicos eso se arregla con un "todos a una" pactado entre entidades o dictaminado desde BdE.
Lo mismo ocurre con cualquier tipo de distribución de contenidos multimedia. Intermediadores, grandes cadenas de venta física con sus vendedores, transportistas, fábricas de producción de formatos físicos, etc, pueden quedar reducidos a la anécdota a largo plazo. Libros, música, cómics, películas, videojuegos y derivados son servidos al instante directamente al reproductor pertinente desde webs que prometen precios económicos por el ahorro en costes de distribución, sin llegar a imputar una parte honrada de este ahorro al precio, claro está.
El gentío deja de comprar CD's no tanto por una cuestión de picaresca o ahorro, como por el hecho de que el formato físico ha dejado de ser práctico para convertirse en un estorbo. ¿Para qué quiero un CD, si casi seguro no podré escuchar lo que lleva sin pasarlo antes a MP3? ¿Por qué volverme loco para encontrar la tienda que tiene el CD que busco, desplazarme hasta ella, pagarlo más caro y dedicarme luego a ripearlo y meter canciones en el reproductor, cuando puedo descargarlo directamente desde ese reproductor? La compra física de productos multimedia queda relegada a coleccionistas e inadaptados tecnológicos. Eso, a largo plazo reducirá a lo microscópico a una industria y unos servicios derivados que se traducen en un huevo de puestos de trabajo.
Y no olvidemos que los productos físicos también puede comprarse desde internet, sin hacer colas ni viajes infructuosos. Muchísimos servicios administrativos empiezan a ofrecerse de un modo automatizado desde la red, la educación multiplica su difusión mediante cursos online, los alumnos aprenden con tabletas y pizarras digitales (no todavía en nuestro país gracias a los recortes en educación), etc. Y todo sin saber todavía lo que puede significar tener en casa una impresora 3D.
Todo un sector servicios y parte del productivo (lo cual, todo sea dicho, agradecerá el medio ambiente) que va a tener que buscarse la vida.
No estoy en contra de esta evolución, pues considero que es la relación natural entre la tecnología y el empleo, el que progresivamente una libere al otro de trabajos pesados y poco estimulantes, como ya ocurrió en la revolución industrial. La tecnología debería estar llamada a ser la esclavitud aristotélica de nuestros días que nos permita a los ciudadanos centrarnos en aquello que nos permita avanzar. Lo que ocurre es que esta revolución requiere una adaptación del sistema y de sus ciudadanos acorde. La conclusión que se extrajo de la experiencia de principios del XIX es que con la desaparición de trabajos penosos realizados por máquinas, aparecen otros nuevos derivados de las exigencias que requieren dichas máquinas o del ingenio y las nuevas necesidades que propicia el tiempo libre. No obstante, no podemos comparar las cifras demográficas en áreas industrializadas de aquella época con las actuales, así como el impacto que podría tener esta nueva revolución tecnológica.
Con esto no quiero decir que la causa del paro sea esa, ni mucho menos. Todos sabemos quiénes son los responsables de nuestra situación actual y cómo hemos llegado a esto. Lo que quiero decir es que ésta puede ser la nueva mierda laboral que se nos avecina en los próximos años, suma y sigue, para acabar de arreglarnos.
Así que, cuando acontezca el despertar tecnológico que acelere todo esto, veo dos alternativas que en nuestro país difícilmente se van a dar:
-Que el sistema se adapte para posibilitar que la población viva dignamente trabajando menos tiempo, repartiendo el escaso trabajo. Esto es profundamente anticapitalista porque supone una mejora en el reparto de la riqueza y un resurgir de la clase media, que se ha demostrado es el enemigo a abatir por parte de los neo"liberales". Además, ahora mismo no parece estar en nuestra mano semejante transformación (como país).
-Que la población inactiva recicle su formación para adaptarse a las nuevas ofertas (casi inexistentes en Españistán) o busque y desarrolle esas nuevas ocupaciones inherentes a toda revolución industrial/tecnológica. Esto tampoco es posible en un país donde buena parte de la población consume sus dos años de paro sin aprovechar para mejorar su formación, en parte por la cultura tradicionalmente paleta del país, alimentada por el total desprecio por parte de las hordas políticas hacia la educación y la formación de sus ciudadanos (¿pues no habló algún hijo de puta de reactivar el sector construcción para salir de la crisis...?)
En otras palabras, que sin una presión efectiva de nuestras huestes sobre la nigromancia político-mediática, asistiremos a una mayor hegemonía del sector privado, aceptaremos lo inaceptable, como ya ha pasado en Grecia y su venta de soberanía a cuatro marcas de mierda que nadie debería consumir, y las teorías madmaxistas cada vez tendrán menos de gracioso. Feliz
2 comentarios:
Pero ¿Y el respiracionismo? ¿Y las cabinas de suicidio? No aparecen en el artículo.
Tiene ud. motivos para sentirse estafado, me voy por las ramas y al final no hablo de lo principal. A ver si un día lo retomo o cambio el título al post.
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