sábado, 21 de abril de 2012

Whatsapp, tecnología pus y otra basura



¿Cómo se les quedaron las tripas?. Esto no es coña, es el futuro según Google. Imagino que esto entusiasmará a alguien porque, de lo contrario, habrían ocultado el proyecto hasta que estuviera completado y contaran con  globales apoyos gubernamentales para su colocación obligada en todos los cabolos. Pero lo cierto es que, o yo filtro las cosas de algún modo psicopatológico, o cada vez veo más anuncios que parecen de coña o, lo que es lo mismo, no parecen estar hechos para convencer sino todo lo contrario.  ¿Me puede explicar alguien a qué tarado abducido le puede apetecer ver el careto de uno de sus contactos en la tostada del desayuno? ¿O quién necesita que le guíen hasta la sección de libros que busca? ¿Hacemos las compras en el Laberinto del Fauno o qué?¿Es seguro cruzar la calle viendo iconos de e-mails no leídos pasando por delante de nuestros ojos? ¿Qué clase de tarea es esa de ir a la azotea de un edificio para ver si alguien te llama? ¿Será este trasto que lee y escribe todo la excusa definitiva para regresar a un analfabetismo íntegro? Pasado un tiempo de adaptación, ¿cuánta autosuficiencia perderemos?  Y lo más importante, ¿quién nos asegura que ningún ente público o privado esté monitorizando absolutamente TODA nuestra vida?

Puede parecer exagerado lo de la imposición de una tecnología, pero actualmente se producen muchas presiones externas para adoptar algún tipo de tecnología aunque no nos convenza lo más mínimo. Un ejemplo de ello es Facebook, una red social en cuya ausencia puedes perder el derecho a muchas ventajas que ofrecen algunas empresas. Por no hablar de las presiones de amigos-familia-trabajo para tenerte más localizado o charlar más a menudo.

Lo que me lleva al dolor de cabeza que encabeza el post, la asentada aplicación (o app, para los gilipollas) que sufrimos en el presente inmediato, el Whatsapp.
El glorioso programa es sólo un ejemplo de cómo el entorno social te puede presionar para que instales en tu móvil una aplicación que puede ser un auténtico dolor de muelas. Mucha gente lo usa y lo disfruta, pero al ser un programa de carácter social, no sirve de nada si no haces proselitismo de sus bondades a tus contactos, porque si no se lo instalan los demás, no tienes con quién usarlo. Por lo tanto, no es raro que incluso en el trabajo te machaquen con el tema para que, por ejemplo, tu jefe te pueda decir algo un domingo sin ni siquiera dejarse un duro y, de algún modo, con la conciencia más tranquila. Porque el tema del coste es una barrera que trasciende lo meramente económico. Cualquiera nos puede llamar o enviar un SMS en cualquier momento, pero si incurre en ese pequeño gasto, produce una sensación de esfuerzo o marcada intención de que no se produce con un casual wasap. Reitero, más casual, más espontáneo, pero ojito con no contestar al mensaje...
Caso aparte es el uso intrusivo de las redes sociales que hacen en algunas empresas para saber lo que no les incumbe de sus trabajadores o candidatos. Se daba el caso de empresas en los USA que pedían a los aspirantes a un puesto que dieran su usuario y contraseña (por el puto forro privacidad y confidencialidad) de Facebook para ver qué tal se las gastaban los fines de semana, cuando NO estaban en el trabajo.
En un caso como éste, recomiendo lavantarse, coger carrerilla y darle un patadón al portátil o pantalla de turno de manera que impacte con estruendo en el duro rostro del entrevistador. Estoy casi seguro de que es tan legítimo como pedirnos nuestro usuario y contraseña de ninguna mierda. Y dudo mucho que logren encontrar a quien quiera sustituirlo durante la baja.










Whatsapp utiliza tecnología push, lo que quiere decir que obliga a nuestro móvil a estar permanentemente conectado a la red de datos (vía 3G o wi-fi), para avisarte al momento de cuándo alguien te ha dicho algo. El móvil, por lo general, se encuentra permanentemente conectado a una red de voz GSM, lo cual ya lleva implícito su gasto de batería. Esta conexión permanente es la que consigue que, por ejemplo, suene el móvil en cuanto alguien nos llama. El consumo de batería de esta conexión GSM ya hace que un móvil modernete estándar dure en torno a los tradicionales 3-4 días. Si a esto añadimos una conexión permanente a 3G o wi-fi, la cosa se reduce a un día, y no hay móvil que se desmarque. Por tanto, esta basurilla de tecnología, unida al escaso desarrollo adaptativo de las baterías, hace que los móviles de hoy en día sean menos móviles, o sean móviles moñas de ciudad.
El tema de las baterías es un punto y aparte, ya que con la moda de los móviles delgados como papel de fumar, el tamaño de éstas se reduce cada vez más, y también la duración que ofrecen. Además, cada vez tienen más núcleos de proceso y más componentes más propios de consolas que devoran la escasa batería como si no hubiera un mañana. Lo que de ninguna manera podré entender es por qué no se acepta que el móvil sea más gordito cuando no se pone ningún problema para que la pantalla sea cada vez mayor. Quiero decir, nuestro problema a la hora de meterlo en un bolsillo es el mismo en un caso y en otro... pero bueno, así lo han dispuesto los zombie masters.

Una alternativa ahorrativa a la tecnología push es que el programa actualice mensajes conectándose cada x tiempo, o cuando el usuario quiera o, directamente, dejar que el usuario decida. Esta es una opción que tradicionalmente los cazurros de Whatsapp nunca han concedido, pese a recibir peticiones a pares. Pero para cazurros, las compañías telefónicas que, viendo cómo este programa les hace perder envíos de SMS a diestro y siniestro, lejos de mejorar las tarifas de SMS haciéndolas planas, que sería lo que más daño haría a esta nueva competencia por el aliciente de mejorar la autonomía de las baterías, pretenden sacar su propio programa push para captar ese tráfico no sé de qué modo o con qué motivación, ya que Whatsapp es gratuito (o casi), y además los usuarios ya se han pronunciado al respecto mandando a cagar a las operadoras antes incluso de sacar el invento.

Por todo ello, podemos considerar al Whatsapp como una aplicación de lo más gorrino ya que, además de mantener tu móvil conectado a internet contra viento y marea, es súper cabrón en lo que respecta a cerrarse, y por mucho que salgamos de la aplicación, nunca lo hace del todo, a lo sumo se queda como proceso en segundo plano (procesos de esos que no se ven cuando miras el administrador de programas abiertos) para saltar y abrirse en todo su esplendor al menor atisbo de mensaje, llueva o truene. Es el descontrol absoluto, dispone de los recursos de tu móvil como le sale de los cojones y a veces hasta cuesta de desinstalar. Podría decirse que sus programadores se dedicaban antes de esto a maquinar virus de los burros, porque tiene un comportamiento de lo más sucio, sin preguntar ni obedecer al usuario.

Pero el absurdo de fondo es que este programa no es sino un Messenger de toda la vida en versión móvil. El mismo Messenger de PC que todos aborrecimos en su día porque no nos dejaba hacer nada en el ordenador, el mismo funcionamiento tocacojones que presentaba ventanitas de contactos mientras estabas haciendo cualquier cosa, poniéndote en un compromiso si ignorabas repetidamente las peticiones de conversación, que eternizaba las despedidas y que murió cuando dio la opción de conectarse ocultado, porque al final era lo que hacía todo el mundo, y todo el mundo lo hacía porque no quería exponerse a tener una conversación de 45 min con algún alma ociosa en busca de tiempo ajeno. Porque resultaba que hasta los bloqueos a los contactos más pesados podían ser detectados, y acabó siendo el programa más antidiplomático del mundo.
Pero resulta que ahora sacan una variante para móvil donde no valen excusas, porque todo el mundo sabe que estás conectado y con el móvil cerca todo el puto día, y todo el mundo se vuelve loco por ensuciarse el móvil con él. No entiendo nada.

Pero en fin, ahí va mi opinión, que es de lo que se trata. Me parece una mierda el Whatsapp, me parece una mierda la tecnología del pus, otra mierda el uso intrusivo de las redes sociales y me parece una mierda decir que un teléfono es móvil sólo porque cabe en un bolso o mochila y aguanta 10 horas sin enchufar a la red eléctrica. Porque algo que me toca los huevos sobremanera son las involuciones disfrazadas de avances.


lunes, 9 de abril de 2012

Semana Rancia

Al igual que ya hiciera antaño con Halloween, hoy quiero hablar de la celebrada Semana Santa, más que nada para aclarar algunos asuntos relacionados con la supuesta deuda eterna que mantenemos los españoles con la Iglesia católica por los fastuosos períodos vacacionales que disfrutamos gracias a sus tradiciones. Ningún agnóstico, ateo o laico despistadillo se sienta mal por no ir a trabajar estos días, pues esto ya se celebraba miles de años antes de que, una vez más, la Iglesia diera el cambiazo a otra festividad pagana para canalizar las ganas de fiesta del pueblo hacia actividades más convenientes.
Ostara coincidía aproximadamente con el equinoccio de primavera, y lo que en ella se celebraba no era otra cosa que la resurrección de la vida, la floración, la siembra y la fertilidad. Es una época que muchas especies animales escogen para su apareamiento y en la que se iniciaban los procesos de siembra de muchos tipos de cultivo, por lo que es una fiesta que ha ido siempre muy ligada al despertar de la vida, tras una época fría de poca actividad. En este punto de inflexión las horas diurnas comienzan a ser mayores que las nocturnas, cosa que hoy es una chufla sin importancia que incluso genera la famosa astenia y depresiones varias, pero antaño, sin PC ni nevera, era motivo de comprensible  júbilo salpicoso.
En resumen: que pasado un tiempo de oscuridad y ausencia de vida, se celebra la "resurrección" de la vitalidad en los procesos naturales. ¿A alguien le es familiar?.
A mí lo que me resulta realmente gracioso es la fecha en que se celebra la Semana Santa: domingo siguiente al primer plenilunio  posterior al equinoccio de primavera. Suena mogollón a rollo litúrgico-catoliciente, ¿no?. Por los cojones. Uno oye eso de la luna llena y los equinoccios y piensa en seguida en católicos cenizos con capuchas, eh? Me parece a mí que para saber exactamente cuándo nace el niño Jesús, se ponen muy opacos para hablar de la fecha de su pasión...
Al igual que ya ocurriera en Halloween, las costumbres paganas son algo más alegres y luminosas que las católicas, razón por la cual el resurgir de estas creencias es amenaza constante para los estirados enemigos de la diversión. Concretamente, en Ostara, se propone salir al campo a buscar tréboles y huevos cocidos coloreados o de pascua, que los adultos esconden  a los jóvenes. Por las noches, se encendía una gran hoguera en honor a la estrella del este, Eostre, diosa sajona de la fertilidad que se traduciría más tarde también como easter, en referencia al punto cardinal. Como todas las fiestas dedicadas a deidades de la fertilidad, la castidad no era el plato fuerte de estas noches.
Estas tradiciones, al tomar como referencia a la misma naturaleza, tan presente ahora como antaño (bueno, quizá ahora no sea tan presente) podría decirse que han envejecido con mejor fortuna que las católicas, ya sea de la mano de corrientes New Age o de estudios diversos de antropología.

A mí al menos me va más lo de ir al campo en pascua que papearme una sesión de tipos siniestros encapuchados zurrándose la badana en su propia espalda, reseteando sus pecados transportando del modo más ineficiente un madero de un sitio a otro sin ningún motivo claro y viendo cómo señoras mayores sufren episodios de delirios transitorios en los que le gritan de todo a unos muñecos vestidos con ropas carísimas.
Lo de no comer carne, por otro lado, supongo que sería una restricción dolorosa para la gente pudiente del medievo, pero hoy en día no representa nada. De hecho, una hambuguesa de tofu nos puede costar el doble que una de ternera.
Y el que pasa el día subsistiendo a base de mariscadas no hace una gran esfuerzo de contención por la causa. Pero los católicos nunca han sido muy de adaptarse a los tiempos, sino más bien de repetir tradiciones y aceptar mierdas sin saber muy bien por qué. 

 Pero, eh, no digo que no tenga su punto, como amante de lo macabro y lo Z desde bien pequeñito, reconozco que tiene su encanto. Sólo que a esta gente hay que bajarle los humos de vez en cuando, porque son de un totalitario que da náuseas, y no hay cosa que más nos toque los huevos a los cerebrados que las imposiciones.
En fin, lo que trato con este post es llamar un poco a la tolerancia, dejando que cada cual celebre lo que quiera, y recordando que no tenemos fiestas gracias a la Iglesia, sino porque es algo inherente al ser humano desde que el mundo es mundo. Que salir a hacer senderismo en estas fechas de ni-frío-ni-calor con todo florido, pegarse un revolcón sobre la hierba con la pareja o llevarse a casa unas fotacas de alucine, es algo que bien merece unas vacaciones por sí mismo, y así lo ha entendido el hombre desde que existe sin ayuda de ninguna institución paternalista.

Fuente: La magia Wicca, de C. Wallace