El pasado sábado hice una especie de cobertura informativa. Ya que no hay puta manera de enterarse del éxito que tienen las manifestaciones de indignados en ningún lugar del país, fui al evento con la sana intención de sacar algunas fotos y otras tantas conclusiones.
A priori, el hecho de que se organicen estas cosas es positivo. Desde luego, si la alternativa es quedarse en casa y quitarse de cosas hasta morir en silencio de inanición, desde luego que me parece una iniciativa encomiable. Digan lo que digan los medios a posteriori, la convocatoria sólo se puede calificar de exitosa. El recorrido se llenó casi de principio a fin de gente, y desde luego que la asistencia se debe contar por miles y no por cientos, como acostumbran a publicar los informativos del imperio. La duda que me corroe es si la asistencia, al menos en Valencia, fue más o menos concurrida que en la última manifestación.
Por un lado, se dio la circunstancia de que, aún quedando un buen puñado de gente en el punto de partida pendiente de iniciar la marcha, la cabecera llegó casi al final del recorrido, lo que significa que se llegó a crear un cinturón de gente que llenaba casi todo el recorrido, algo que suena bastante impresionante. Por otro lado, este recorrido era notablemente más corto que el de la última vez. Además, se evitó el paso por vías de anchura considerable, como el margen del río, y aún así la gente andaba con holgura.
Juzguen pues, ustedes mismos. Los periódicos de la matrixmedia ya lo han hecho. Tras el primer intento de unos y otros partidos por ganarse la simpatía del movimiento, los de derechas han desistido, tal vez apercibidos de la repulsa que producen entre la gente informada, por lo que pasan directamente a descalificar a todos los presentes y tacharlos de radicales de izquierda. Los periódicos más pendencieros, como suele ser habitual, han sido La Gaceta y ABC:
Unos prefieren hablar de lo ocurrido en Roma, que parece más interesante; otros directamente insultan y tergiversan, cada uno según lo que estima la inteligencia del lector. |
Los de la derecha disfrazada de izquierda, ya hicieron otro tanto cuando achucharon a los perros uniformados contra los manifestantes durante los primeros días del movimiento, si bien sus esbirros periodísticos pintan mejor el éxito de las concentraciones, quizá porque se ven amenazados por las encuestas apocalípticas y cualquier manifestación anticapitalista daña más la imagen de quienes se declaran abiertamente conservadores:
Pero al final, la pregunta es la misma que la primera vez que asistimos al evento: esto, ¿tiene una utilidad relevante? es cierto que todo es mejor que quedarse sentado en el sofá, pero ¿tenemos por único objetivo comunicar un descontento?.
Desde mi punto de vista, la cúpula corporativa es ciega y sorda, y sólo atiende a los estímulos del presente que condicionan sus beneficios y su absurdo crecimiento ilimitado.
La casta política, puede reaccionar de dos formas; la parte más estúpida se tapará los ojos y pensará en los miles de ciudadanos que no han salido a la calle, ignorando que muchos de los que se quedaron en casa también apoyan el movimiento o están al menos igualmente jodidos.
La parte más sagaz ya sabe que su pueblo está cabreado, pero se la suda. Y una manifestación se queda en eso, en una manifestación. Tú manifiestas algo y yo te doy por detrás, tanto me da que estés contento o enfadado.
La prueba de que lo estamos haciendo mal es que no ocurre nada.
Probemos a pasar a la acción, pues. Y no hablo de lanzar cosas en llamas con la cara tapada, hablo de cosas que puede hacer cualquier persona con la más absoluta impunidad. Huelgas de consumo, de hipotecas, cancelaciones masivas de cuenta... eso sí tendrá repercusiones. Y no lo digo yo, es que ya se ha hecho.
Occupy Wall Street: la ridícula cifra de 24 personas acuden a la vez, arengadas por un discurso revolucionario, a una entidad bancaria para cancelar sus cuentas. Si lo hubieran hecho a lo largo de un mes, cada día alguien distinto y en distintas oficinas, no habría pasado nada. Cuando se adivina una intención que va más allá de lo común, ocurre el asombroso incidente que alguien (benditas cámaras de vídeo everywhere) grabó con su móvil:
Explico lo que ocurre: los empleados del banco, ante lo insólito de la situación, retienen a los clientes que se encuentran dentro de la oficina en ese momento, llaman a la policía y llega esta para nada menos que arrestar a las 24 personas. Por querer cancelar su puta cuenta. Esto se llama pánico.
Y mientras en los medios españoles tradicionales encontraréis que las detenciones se realizaron frente a la entidad por protestas y desorden público (la acostumbrada basura desinformativa), muchos de los medios extranjeros y, por supuesto, las voces de los protagonistas, muestran algo bien distinto que encaja perfectamente con el testimonio capturado en el vídeo.
Este es el camino, esto es lo que temen y lo que provoca su reacción. Estas acciones desenmascaran a las corporaciones y a quienes creemos que nos protegen, abren ojos y demuestran poder popular. Ellos se defienden alegando la intención "destructiva" de la iniciativa, pero no son capaces de justificar una respuesta que no escapa a nadie es inquietantemente desmedida.
Por si alguien tiene dudas de que esto va en serio, enlazo a un reciente estudio publicado por New Sciencist, donde tres científicos de la Universidad de Zurich han elaborado un modelo matemático en el que, analizando las relaciones que se establecen entre las 43.000 principales corporaciones transnacionales que existen actualmente en el mundo, revela, a través de las conexiones que se establecen entre ellas, que un reducido grupo de 1.318 empresas controlan el 60% de los ingresos mundiales, lo que me atrevería a decir que engloba a casi todo occidente. De entre ellas, tirando aún más de los hilos, se llega a un súper núcleo de 147 empresas que manejan el 40% de la riqueza mundial. Esto, además de revelar un potencial poder económico abrumador no electo democráticamente, muestra la inestabilidad de un sistema tan interrelacionado y concentrado que contagia y difunde cualquier batacazo a cualquier parte del globo en cuestión de minutos, cosa de la que somos todos testigos. En El Blog Salmón, Marco Antonio Moreno comenta en mayor profundidad las conclusiones del estudio.
¿A que no sabéis a qué país pertenecen la mayoría de estas corporaciones?
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