La verdad es que cuando escuché por primera vez la noticia del corralito de Chipre, me alegré enormemente de tener fiesta tanto el lunes como el martes. El lunes se desataría la debacle, y los afortunados bancarios que no trabajáramos esos días, podríamos observar cómo reaccionaban los españoles a la noticia dos días antes de regresar al curro, sabiendo lo que nos esperaba y pudiendo anticipar alguna reacción por nuestra parte.
Temía colas interminables en sucursales de todos los colores, sucursales que acabaría cerrando sus persianas a las pocas horas de haber abierto, bien por falta de liquidez o bien por órdenes circularizadas. Veía las antorchas prender a primera hora de la tarde, los ayuntamientos sitiados por turbas que ya no cantaban consignas y a mí mismo haciendo inventario de mis latunes, botellas de agua y provisiones farmacéuticas, antes de dirigirme tan cerca del foco de la noticia como me permitieran mis pies.
Pero olvidé un detalle que los políticos no debieron haber pasado por alto; al parecer, los lunes echan Famosos al agua por la tele, programa que no he visto pero que por niveles de audiencia y sin desconfiar del libre y buen criterio del populacho, entiendo debe ser algo así como la mejor última voluntad de un condenado a muerte.
De modo que una noticia que viene a anunciar que los bancos no son sitios seguros para guardar dinero (y alguno pensará que se inventaron para eso) no sólo es acogida con indiferencia por la gente corriente, sino que ni siquiera afecta en modo preocupante a los índices bursátiles o las primas de riesgo de los países rescatados. Desde luego, si como se ha dicho esto de Chipre pudiera tratarse de un experimento, las conclusiones del mismo no nos van a dejar a los ciudadanos en buena posición. Y el hecho de que finalmente hayan reculado en su pretensión de sudar completamente de la legendaria garantía del FGD a los primeros 100.000,00 € de toda persona y cuenta, me hace tomarme más en serio si cabe esa suposición.
Quiero decir, lo han hecho demasiado deprisa, sin que ninguna de las partes negociadoras haya ofrecido demasiada resistencia, lo cual induce a pensar que el auténtico objetivo, o lo que realmente se acordó, fue lo que finalmente ha ocurrido. Lo de robar a todo el mundo sólo era para que la decisión final pareciese menos mala por contraste. Si bien es cierto que quien tiene más de cien mil euros en el banco se puede permitir alguna limosna, la medida no deja de ser un robo a mano armada y un precedente feo de cojones. Esto me crea una opinión dividida, porque también creo que quien tiene más de cien mil en una cuenta corriente demuestra no tener una capacidad de gasto proporcional a lo que gana o roba, y no está la economía para que ningún neurótico acumule e inmovilice dinero que podría animar actividades y puestos de trabajo.
En realidad, el problema es más complejo ya que, por otro lado, el crecimiento ilimitado en que se basa este sistema Azathathoísta, ciego e idiota, no puede llevarnos a otra cosa que a una destrucción acelerada, que por muchas crisis genocidas como éstas que retrasen lo inevitable, no tardará demasiado en producirse. De modo que ese contínuo fluir de dinero tampoco nos lleva a buen puerto. Pero este capitalismo es el sistema que impera, porque es el más agresivo para con otras ideologías, el que más mecanismos de defensa y autoperpetuación ha desarrollado con el paso del tiempo, y por tanto el más enquistado en nuestra sociedad, y porque se basa en lo más troglo de nuestra naturaleza, en toda esa mierda primigenia que aún arrastramos y se resiste a evolucionar.
Lo que nos preocupa ahora, lógicamente, es qué efecto va a tener esto para el resto de países. Puesto que Chipre era un país que ni se había nombrado en las noticias económicas hasta hace dos días, ¿qué no harán con países como el nuestro, rescatado por mayores cantidades y sin signos de recuperación a la vista, con un gobierno dispuesto a pasar por el ojo de una aguja si así se lo piden?. El objetivo real de este primer asalto puede que sólo fueran los ahorros superiores a 100.000,00 €, pero una vez esto está asentado en las conciencias y aceptado por la ciudadanía, el siguiente paso está a la vuelta de la esquina.
Las voces de internet ya han aconsejado cancelar hipoteca con ahorro, invertir en cosas raras e incluso abrirse una cuenta en el extranjero (como si fuera fácil y barato). Personalmente opino que no será fácil que entren al trapo con los pequeños ahorradores, más que nada por la sensación que daría a los inversores en general. Puede que los ciudadanos seamos pusilánimes, desorganizados y teleadictos, pero los inversores y grandes ahorradores son lo más reaccionario y temeroso de este universo, y faltar a la promesa de la protección de los 100.000,00 € llevaría al holocoausto monetario en menos que habla un necio. Otra cosa es que les importe o sean capaces de verlo.
Por nuestra parte, como siempre, nada hasta que no nos organicemos de verdad. Por mucho que nos lo compliquen, esto del sistema económico y social se reduce a organizarse para crear bienes/servicios y distribuirlos. Y esto último es lo que tiene peores enemigos.