La verdad es que pensaba hablar de alguna peli o cómic que haya tenido el placer de degustar últimamente, pero la realidad se impone. Y no lo hace a través de la matrixmedia, que ha dado mucho y muy jugoso en las últimas semanas, ni lo hace por desgracia en las calles, donde todos deberíamos estar decidiendo ya a quién ponemos al frente de este chiste de sal gorda que tenemos por país. Se impone en las redes sociales donde, a tenor de los últimos acontecimientos filtrados con vete tú a saber qué intención, se manifiesta de un modo empírico que las redes sociales están llenas de zombis programados por los partidos de derecha en un asombroso 98% de los comentarios surrealistas.
Teorías de la conspiración sobre las últimas noticias sobre corrupción publicadas en los plutodiarios las hay a porrillo, y no me voy a extender sobre cosas que se han desarrollado y tratado ya por todos los rincones del iberociberespacio (por citar un resumen digno podéis ver lo último del Dr. Zayus al respecto). Me centraré únicamente en lo que esto ha significado para el electorado pepero y su presencia en las redes.
Desde mi punto de vista, siempre vigilante ante cualquier indicio epidémico zombi, el efecto que ha causado sociológicamente la bomba informativa soltada se asemeja mucho a un pasaje de ese entretenidísimo libro de Max Brooks, Guerra Mundial Z, que resumo a continuación no sin antes advertir de que se avecina un pequeño spoiler.
En un momento dado, si mal no recuerdo, porque hace mucho que lo leí y no me he tomado la molestia de buscar el capítulo de nuevo, había un dilema en un famoso puente que da acceso a una ciudad rusa. El puente estaba atestado de gente, y era crucial hacer chequeos a los refugiados que llegaban por él para ver si portaban el virus y aislar la ciudad del ataque epidemiológico. Todos sabemos que los zombis son difíciles de matar, hay que darles en la cabeza y se malgasta mucha munición hasta que se consigue. Además, no había apenas tiempo para esos chequeos y la gente, aterrorizada, no iba a colaborar demasiado.
El ejército resuelve de la siguiente manera: rocían el puente con un gas nervioso que se cepilla a todos los vivos. Los infectados, volvían a levantarse. Los sanos, no. Después de eso, ya sabían lo que tenían que hacer y cuáles eran los objetivos sobre los que había que usar la escasa munición.
Con los votantes del PP ha ocurrido un efecto parecido: Los documentos que se han destapado sobre sus corruptelas han hecho el mismo efecto que el gas nervioso: los votantes no infectados han caído, esto es, ya no volverán a ser votantes del PP. Los votantes zombis, que estamos comprobando que son muchos, siguen en pie defendiendo a su partido como autómatas, revelando su verdadera condición. Y la verdad es que estos zombis dan bastante más miedo, porque los entiendo menos.
En Twitter, @masaenfurecida, que podrá gustar más o menos pero se merece el Nobel de sociología, si es que eso existe, nos ha brindado retuits asombrosos que son claros ejemplos de programación mental avanzada:
"Ojala Bárcenas pueda demostrar que el dinero que tiene lo ha conseguido legalmente, callaría muchas bocazas."
"Deseo expresar mi más sincera admiración a don Mariano Rajoy Brey por lidiar con tanta chusma y permanecer integérrimo."
"Gracias a
"Estoy muy orgulloso de
"Por mucho que algunos busquen absurdos motivos para negarlo, nada
"
Por respeto a la memoria y familiares de los afectados, he preferido omitir los nombres.
Sin necesidad de llegar a saber del escándalo de corrupción sobre financiación ilegal y economía sumergida que ha destapado El País, que es algo así como la lluvia dorada final sobre nuestras cabezas, el PP era un partido indefendible desde que se pasara por el forro su programa-cebo en virtud de órdenes más altas y extranjeras, como ya hiciera en su día PSOE, órdenes de probada destrucción socio-económica según la gran mayoría de académicos. Si a ello sumamos que PP ejecuta mayormente las directrices más lesivas para el electorado con especial regocijo clasista y aviesa intención regresivo-madmaxista, la lógica ira popular es una consecuencia segura.
Es por ello que la conducta extraordinariamente irracional que muestran estos sujetos delata su condición inequívoca de zombis partidistas. Los últimos hechos aflorados en la prensa sobre la derecha que nos gobierna han provocado el mismo efecto mortal sobre el electorado consciente pepero que el gas nervioso del ejemplo anterior, y sabemos que los que quedan en pie no pueden ser humanos.
Pero no debemos subestimar la amenaza, pues al contrario de aquellos, éstos tienen derecho a voto y no os quepa duda que lo ejercerán.
Como el zombi clásico, el muerto votante presenta un aspecto característico que puede ayudar a identificarlo en las redes incluso antes de que escriba sus habituales sinsentidos.
Normalmente, escoge como avatar una foto de sí mismo sin ningún tipo de post-proceso que denote aptitudes artísticas, con un peinado impecable, mirada vacía como de suficiencia y encuadre con amplitud suficiente para mostrar que viste de traje y corbata. Las banderas y otros signos de orgullo injustificado son habituales.
Se cree que el método de manipulación coercitiva empleado por el Partido Popular pasa por la repetición de expresiones y mantras que a fuerza de machacarse en informativos calan en los cerebros enfermos sin apenas pérdidas apreciables de sintaxis. Cantinelas como "ejercicio de transparencia", "senda de crecimiento" o "senda de recuperación económica", "herencia recibida", "medidas duras pero necesarias", "marca España", "credibilidad", "creación de empleo" atraviesan el filtro crítico de la consciencia para instalarse sin pérdidas apreciables en el inconsciente de este colectivo, por efecto de algún tipo de nigromancia poderosa.
Así que, cuando os encontréis retuits de estos muertos votantes sabed a qué ateneros y, sobre todo, no os molestéis en razonar con ellos. Hasta ahora, no se ha conseguido un antídoto eficaz.