lunes, 30 de noviembre de 2009

Escribir un título de entrada

Así, con este cansancio y este hastío, no hay ganas ni de currarse un título. Este trabajo es jodidamente desquiciante. Imagino que cualquiera que trabaje en algo remotamente comercial o con trato al púbico (que es de lo que se trata al final ) tendrá la misma animadversión a esos tiranos de mierda que son sus clientes. O algunos de ellos. Cuántas veces habremos soñado con ese día dorado en el que se deja el curro por algo mejor y cómo hemos paladeado ese diálogo agrio con gente que nos importa una mierda, que sólo entra en la oficina para darnos problemas…! Pocas veces se ve esta profesión como lo que realmente es y supongo que la culpa, al final, no es de los clientes. Quiero decir, si mis jefes no pusieran el grito en el cielo porque un viejo avaro y roñoso se lleva sus 30.000,00 € a otra parte porque le dan más, quizá hasta me podría caer bien. Al fin y al cabo, qué cojones, está haciendo lo más sensato. ¿Trato, amistad? Y una mierda. Id a donde os den más u os vendan más barato. Ya os aclaro sin falta de mucha explicación, que no tenéis ningún amigo al otro lado de la mesa. Empezando por mí.

Y eso me jode que no veas, porque es que, particularmente en la banca, te obligan a ser simpático con el más gilipollas y ser cruel con el más majo. Con los dedos de una rodilla cuento yo los clientes con pasta en la oficina que me pueden parecer dignos de… de algo. La mayoría son gusanos cuentamonedas o malnacidos fustiga-subordinados que dan penosas pistas sobre cómo se hace el dinero sin jugar a la lotería.
Por otro lado, hay gente estupenda de la que tienes que machacar diariamente para que ingresen y cumplan con su monstruosa hipoteca, que pagan sin chistar comisiones contractuales y hasta inventadas. Y no me olvido de que nadie les puso una pistola en la sien para firmar la escritura, pero poco ha faltado para forzarlos a firmar refinanciaciones de dudosa sostenibilidad y alto coste a largo plazo. No, señores, la banca no ha aprendido nada.

Y es por eso que uno generaliza y acaba siendo un misántropo hosco, de los que huye de toparse con sus vecinos en el ascensor, escribe porquería en un blog, y hasta intenta devolver los DVD’s sin rebobinar al videoclub, si eso existe. Pero bueno, es que la gente no ayuda. El españolito palurdo hipotecado hasta las cejas que paga con VISA a plazos su tele HD, devolviendo el recibo del mercadona, no inspira compasión. Ni siquiera cuando su vida cobra sentido en un Barça – Real Madrid. Tampoco la versión sudaca reggaetonera que no ha tocado un libro en su vida o la musulmana ginófoba temerosa de las libertades occidentales.
Tampoco mi vecino, que es un tío un poco tarado, gordo y maloliente como el vacuno capado, al que le chifla meterse en el ascensor con sus vecinos. De verdad que es asqueroso. Si va por la calle, abre la puerta del patio y te ve llegar, por lejos  que estés, el cabrón se espera. Una vez incluso nos vio a mi novia y a mí dentro del coche y nos pusimos a hacer tiempo hablando con alguien por el móvil. El hijo puta se esperó de pie en la puerta. Tuvimos que salir y dar una vuelta a la manzana, ya por cojones.

Y ya por último, dejo un vídeo cojonudo de Love of Lesbian, que no tiene mucho que ver pero quita hierro al post y es un temazo.

domingo, 22 de noviembre de 2009

Girls

Hace mil que no posteo una mierda, y el caso es que tenía un par de temas de los que quería hablar, pero no conseguía sacar ganas de ninguna parte, así que me dije: "coño, ¿qué pasa con las ganas de postear? ¿por qué no te pones a insultar a nadie o a despotricar contra el sistema y la humanidad, como siempre?". Y me he contestado: "pues porque estos días salgo hecho una mierda del trabajo, estoy cansado y hasta la polla de mil cosas, y ando con la cabeza en otros temas". De modo que he pensado: "hey, postea sobre uno de esos temas, tío".

Y este es uno de ellos. En efecto, ando enfrascado en la lectura de este cojonudo cómic de los Luna Brothers, tándem dibujante-guionista relativamente desconocidos en tierras taurinas pero de popularidad creciente y bien merecida en el comiqueo yanqui. Norteamericanos, pero de origen filipino, estos mendas han hecho poco pero muy potable. El estilo de dibujo es bastante personal, sencillo, escueto en tinta y funcional. Como todo, puede gustar o no. Hay quien se queja de la expresión de los personajes; yo no creo que falte expresión en absoluto, aunque imagino que puede dar esa sensación por la parquedad de líneas faciales. Sin embargo, con poco trazo el dibujante comunica lo que se propone. El color, por otro lado, muy photoshopero, me parece de lo más acertado, destacando el uso de los desenfoques en aquello que está en movimiento o permanece en segundo plano, dando un aire muy cinematográfico a la viñeta.

Pero si hay algo que atrapa aquí sin duda es el guión, que cosecha palabrotas de admiración en todos los ámbitos. Ojo, tampoco estamos hablando de un Alan Moore ni un Gaiman. Girls no os va a cambiar la vida, pero os va a atrapar con una historia entretenidísima, adictiva, original, unos personajes bien perfilados, ideas bien desarrolladas y una lógica plausible detrás de cada evento o cada giro. Por no hablar de los cliffhangers al final de algunos capítulos. De hecho, es lo más parecido a una buena serie de televisión que he leído en cómic, y no me olvido de Los Muertos Vivientes. Lástima que Girls jamás podrá llevarse a la televisión, al menos por los yanquis, ya que salen tías desnudas. La historia no tendría el mismo encanto si ellas fueran envueltas en sábanas hasta los sobacos.
La ambientación es agradable, muy Stephen King, pueblo sureño de la América profunda con menos de 50 habitantes, con granjas, maizales y todo eso que mamamos los aficionados al terror de nuestra generación. Eso sí, desde el respeto y el cariño, lo mismo que hay paletos animalizados, hay gente border normal y hasta medianamente inteligente.

El lío comienza en el bar del pueblo, donde el protagonista, una noche asqueado de todo, y habiendo cortado con su novia recientemente, se emborracha y entra en berserker misógino, leyéndole la cartilla a toda moza y mujer que se encuentra en el local, con lo que se gana la expulsión por la puerta grande y un paseíto hasta casa para tomar el aire. En eso, lo que parece ser un gran trueno irrumpe en la noche, dando paso a la aparición, en medio de la carretera, de una chica de toma pan y moja completamente desnuda y herida en el hombro.
El chaval, todavía borracho, que tampoco es tan chungo como parece, detiene su coche, le ofrece ayuda y la lleva a su casa, ya que ella no suelta prenda de nada. Allí, la viste, le prepara una cena y trata de saber sobre ella, sin éxito. Cuando decide salir a buscar ayuda, ella se lanza sobre él y lo viola sin mucho esfuerzo.
A la mañana siguiente, resulta que todo el pueblo se ha quedado incomunicado y sin luz. Por otro lado, nuestro amigo descubre que la misteriosa chica está encerrada en el cuarto de baño... ¡¡poniendo huevos!!. Cuando, rápidamente, esos huevos alcanzan el tamaño de un sillón de diseño setentero, eclosionan y aparecen más tías, iguales a la anterior. Ethan, el prota, no da crédito, y en principio intenta mentenerlo en secreto, rezando para no haber pillado algo feo. Pero los bellezones han llegado con una misión espeluznante, y proceden de algo súper grotesco que está causando estragos en el campo de maíz de los Pickett.

Dejándolo así parece un buen planteamiento para una peli porno, pero nada de eso. La historia está tan llena de buenas sorpresas que no quisiera hacer ningún tipo de spoiler, pero puedo a adelantar que a partír de aquí prosigue una historia cojonuda salpicada de reflexiones diversas acerca del sexo, el pensamiento masculino y femenino, la muerte, la confianza en el prójimo o la sempiterna conducta humana en situaciones límite.
A un par de números de acabar con la historia, puedo asegurar que aún no sé de dónde ha salido lo que hay en el maizal de los Pickett, qué ha cortado exactamente las comunicaciones en el pueblo o cual es el fin último de las retorcidas calentorras, pero es un milagro que haya podido escribir esto sin haber devorado lo que me queda.

Originalmente publicado por Image, en España se encarga de maldistribuirlo Planeta de Agostini Cómics, que, en un alarde de respeto a sus lectores, publicó los dos primeros tomos recopilatorios (de cuatro) y pasó un huevo de sacar los otros dos, desde nada menos que 2006. Así que desde aquí invito a sudar lo mismo de comprarles sus tomitos, e importarlos vía E-bay (como ha hecho un servidor) o Amazon o whatever, o bajarlos en Taringa!, en versión original, con el inconveniente de no poder llevarse el monitor a la cama o el sillón.