sábado, 22 de agosto de 2009

Revisando: Mi amigo Mac


En primer lugar, una disculpa, no se me ocurrió nada mejor, en serio, el calor es muy malo y quita las ganas de todo.
También advertir a quien guarde un bonito recuerdo de infancia, no se le ocurra hacer esto y acuda en todo caso al psicoanalista en caso de acudir regularmente al Mc Donalds y beber Coca-Cola a diario.
Pero es que resulta que, no sé por qué, encontré esto por inet y decidí verla, por curiosidad, por esa manía de profanar y extinguir iconos de la niñez que nos ha entrado estos días a la última generación alfabetizada.
El concepto de la película es sencillo: pensaron en qué hacía de E.T. un personaje entrañable, y lo aplicaron a un nuevo monicaco, explotando el aspecto gracioso hasta lo absurdo, añadiendo todos los elementos simpáticos conocidos en la creación de bichitos.

Pongámosle, pues, los ojos más grandes y desproporcionados que podamos imaginar, eliminemos la nariz, que siempre es como muy seria, hagamos una boquita pequeñita quu quuda cumo muchu más sulada, y añadamos, por último, unos moflazos redondos como pelotas de petanca. Ya tenemos la cara más rebonica que puede dar la industria del látex.
Ahora, el resto del cuerpo. Pequeñito, con los brazos delgaditos, los dedos acabados en bolitas, barriga de pegarle a la cerveza bastante más que a la coca-cola y patitas cortas.
La hostia, una cosa tan graciosa que no sabes si estrujarlo o darle unas collejas, a ver qué pasa con los ojetes.
Por otro lado, si se fija uno, verá que si el monigote sale de cintura para arriba, tiene sus bracitos graciosos delgaditos; si sale de cuerpo entero, engordan así como ocho veces, para que un guripa se pueda meter ahí dentro :P.

En fin, que es algo que, una vez le das al play, no puedes parar de ver. Si alguien ha perdido la fe en el cine de hoy, puede ver esto y pensar que la industria siguió adelante. La verdad es que no sé ni por dónde empezar. El guión, los diálogos, las inconsistencias, los efectos... es todo tan hipnóticamente malo...
Podría pasar a la historia por ser la película con los chascarrillos más nefastos, sin duda. Pero es que los personajes no dan para más:

- El prota, un niño paralítico peinado con corte republicaner que pone caras de vergüenza ajena (qué primer plano cuando el conguito le junta las manos en posición de "silvar al aire")
- Su hermano, un gilipollas de tomo y lomo que viste con vaqueros de esos fláccidos ochenteros, calcetines blancos y náuticos, y se las da de ligón con frases del rollo: "chicas de california, preparáos, ha llegado...". A éste le han tocado las peores frases.
- Su madre soltera, que mola mil, impagable en el momento en que se entera de que ha muerto su hijo:
"Señora, no se acerque, hay un niño muerto."
"Un niño? quién?"
"No lo sabemos, era paralítico."
"Y dónde está?"
XD, y luego se acerca al lugar con la misma cara de pez con la que entró en el plano, es jodidamente desternillante! no he visto menos emoción desde "La casa de las dagas voladoras". Sigamos:
- La vecina, que trabaja en Mc Donalds (y aparece por primera vez con el uniforme puesto), y se siente atraída por el hermano soplapollas al instante. Mola la canversación cuando el prota le ve el uniforme. "Trabajas en Mc Donalds? qué guay!!"

Lo que me lleva a lo más alucinante de toda la cinta. Que debe de estar financiada a pachas entre Mc Donalds y Coca-Cola, no me lo quita nadie, pero sería mucho más honesto que, al principio de la peli, salieran los respectivos logotipos como quien pone "Universal" o "Buena Vista Productions".
Resulta que el bicho, se alimenta de Coca-Cola, que fluye de forma natural por arroyos subterráneos en su planeta. Ellos van por ahí con unas pajitas gordas y torcidas, pinchan en tierra y se ponen hasta el culo de coke. Es genial. Pero Mc Donalds no pasa inadvertido. Porque el chaval, cuando va a dar de beber al bicho en su casa, resulta que le pone la cola en vasos de cartón de Mc Donalds. Como si su casa fuera un puto chiringo franquiciado.
Esta publicidad abierta y faltona encuentra su clímax cuando uno de los personajes celebra su fiesta de cumpleaños dentro de un Mc Donalds, y se llevan al bicho convenientemente disfrazado de peluche para que no de el cante. Allí aparece el sr Ronald Mc Donald en persona, y entre pitos y flautas se ponen todos a bailar un tema garrulo de lo peor de los 80 (de lo que no molaba nada en los 80) para demostrarnos lo cojonudo que es celebrar un cumple en las putas hamburgueserías. En eso el bicho, que hasta el momento sólo había demostrado saber silbar y señalar con el dedo, se pone a bailar de la hostia encima de la barra! En serio, hay que verlo para creerlo, por un momento mandan al cuerno todo lo que has visto para hacer un macro-anuncio de los locales, y continúan como si nada! pocas veces se han meado así en el espectador.
En ese momento caes en la cuenta: Mi Amigo Mac... Donalds.
Pero ya es tarde, no puedes dejar de verlo. Porque se acerca el final, cuando rescatan a sus padres, que son algo así como si te dejan en pelotas y te forran de látex marrón así como caiga, poniéndote una máscara del monigote que, obviamente, con tu cabeza dentro no queda tan guay. El último punto recompensa con creces a los valientes que han aguantado hasta el final: los padres son nombrados ciudadanos de los EUA, vestidos del modo más chungo y viejuno posible y enseñados a conducir un carro, entre otras cosas. Una delicia.

Una curiosidad para acabar: Ronald Mc Donald se llevó un Razzie en la edición del 88, como peor actor. El director tb se llevó otro por lo suyo (aunque yo estaba convencido de que eran el mismo :P). Ahí queda eso.